Círculo Rojo: simpatía y profesionalidad a raudales.

Círculo Rojo: simpatía y profesionalidad a raudales.

En esta entrada de la bitakora voy a hablaros de la forma de hacer las cosas. Solo hay dos formas: o bien, o mal. Y como un buen ejemplo de cómo se trabaja en España, según sea bien o mal, no he encontrado mejor comparativa que las dos empresas de las que os voy a hablar en los párrafos siguientes: Círculo Rojo y Envialia.

Ambas empresas se unieron en mi vida, habida cuenta del desenlace del trabajo en el que me embarqué hace tanto tiempo ya, y las considero un ejemplo perfecto de cómo hacer las cosas. O de cómo no hacerlas.

Yo había leído mucho, e investigado, sobre la posibilidad de publicar, autopublicar en este caso (en España publicar de manera convencional es algo casi imposible, una quimera, es como… intentar buscar una olla de oro al final de un arco iris), y habida cuenta de que al escribir tengo mi propio estilo (le guste o no a la gente es algo que no pienso cambiar, es más, cada vez me recrudezco más y mi visceralidad va en aumento, y eso lo vais a poder comprobar muy pronto… pero no adelantemos acontecimientos…), me convencí de que la mejor manera de dar forma a mi trabajo era mediante la editorial Círculo Rojo.

Tras varios emails y llamadas por teléfono a mi editora, Desirée (un encanto de mujer), a Javi y a David, el maquetador y el diseñador (me cuesta creer que haya en este mundillo gente más maja y profesional maquetando y diseñando, me cuesta mucho), así como a Myrian (una mujer sensacional), tuve un pequeño incidente a la hora de que se me enviara el resultado de mi trabajo. Mis libros debían de llegarme, vía imprenta, por medio de Envialia. Y la empresa de paquetería me los envió… a más de cincuenta kilómetros de distancia de la dirección de entrega.

Me consta que, con toda probabilidad, este desgraciado incidente tenga más que ver con el impresentable que me tenía que hacer la entrega, y no con la propia Envialia en sí. Dentro de los paquetes que me llegaron, quiero decir… que yo tuve que ir a buscar… había tres ejemplares en mal estado. Les hice unas fotos, se las envié a mi editora, y Círculo Rojo se encargó de hacerme llegar tres ejemplares más, esta vez, en buen estado. Pero de nuevo… se entregaron a más de cincuenta kilómetros de distancia de la dirección de entrega.

A pesar de las continuas llamadas de teléfono, y de los emails enviados a la empresa de paquetería Envialia, no he recibido por su parte, no ya una compensación, sino… ni siquiera una disculpa. Nada. Es como si los clientes les importasen una mierda. Perdón… no es… como si…: los clientes les importan una mierda. Al menos, yo les importé una mierda.

En mi google, cada vez que tecleo en el buscador falto de profesionalidad, o carente de atención hacia el cliente, me aparece el logotipo de Envialia. Es curioso…

Semanas después de este incidente, Círculo Rojo la cagó conmigo. Así, como suena. Una metedura de pata enorme: yo nunca he querido que compréis Cultus en formato físico, con la idea de que os salga muy barato poder disponer de él. Algo que dejé claro desde el primer momento de mi andadura con esta editorial. Contraté los servicios de un agente literario, y mis instrucciones fueron muy claras: quiero cincuenta ejemplares repartidos de manera gratuita en Enkarterri, en bibliotecas municipales, clubs de lectura, institutos… y en lugar de repartirlos por estos lugares, y de manera gratuita, fueron enviados a librerías.

Cuando me quejé por este hecho, a Círculo Rojo le faltó tiempo para pedirme disculpas,  para darme la razón, y para asegurarme de que esos cincuenta ejemplares serían repartidos, una vez impresos, en los lugares donde yo solicité.

Cuando en google tecleo profesionalidad, (o simpatía, podéis creerme) sin terminar la palabra me sale ya el logotipo de la editorial Círculo Rojo. Y no los considero una mera editorial: cuando alguien da forma a tus sueños, cuando los hace tangibles, forma parte de ti para siempre.

Círculo Rojo y Envialia: dos empresas tan diametralmente opuestas en su manera de trabajar, y en su trato hacia el cliente, que al final es quien paga, que no he podido resistirme a dejar constancia en esta bitakora del trato dispensado por cada una de ellas hacia mí.

Señores de Envialia, sigan mi consejo: aprendan de Círculo Rojo. Aprendan de profesionales.

 

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