¿Cómo comenzó esta bitakora?

¿Cómo comenzó esta bitakora?

¿Cómo comenzó esta bitakora? ¿Cómo surgió la idea de este pequeño espacio?

Bitakora

Hace unos años, mientras disfrutaba de una sobremesa agradable, me vino un fogonazo a la mente. Una idea. Un pequeño atisbo de algo, que durante las siguientes semanas no abandonó mi cabeza. Ese pequeño algo comenzó a surgir, a moldearse en mi mente, y a crecer. Y conforme fue creciendo, fue cambiando. Y hoy en día ese algo se ha convertido, ha madurado, y ha dado paso a una idea muy distinta de lo que en aquella sobremesa surgió en mi cabeza, pero conservando su primigenia esencia. Debía de contar algo. Debía de rescatar algo del imaginario colectivo de los humanos, antes de que fuese demasiado tarde y se perdiese para siempre.

Brujos

Todavía ningún humano había contado nada sobre ello, no así, y tenía que hacerlo de forma que a quienquiera que le pudiese llegar, se sintiese atraído no solo por el hecho objetivo de contar una historia más o menos real, sino que debía de parecer atractiva. Aunque fuese una historia sobre humanos contada por mí, por el Basajaun. Si no lo hacía así, de poco valdría mi esfuerzo. Todo con la idea y la esperanza de que ese algo, no quedase en el olvido. Con la esperanza de que ese algo, viese la luz. El día que publico este post, dista seis años de aquella sobremesa.

Sorgina

Los primeros pasos fueron fáciles. La idea comenzó a tomar forma, y me limitaba a tratar de plasmar ciertos acontecimientos, más o menos reales, y sin darme cuenta tuve más de cien páginas escritas. Cien páginas que esbozaban aquel primer fogonazo. Cien páginas que plasmé con la idea de que aquel algo, llegase al conocimiento de los humanos. Pero no era suficiente. Para mí, no era suficiente: necesitaba más. Necesitaba ser veraz con la historia. Y eso solo me lo concedería el conocimiento.

Intentando obtener ese conocimiento, y siguiendo los sabios consejos de Mari, llegaron largas horas leyendo, jornadas interminables escribiendo, y días enteros buscando información. Muchas noches miraba la Luna (según su posición sé perfectamente la hora que es), y pensaba que con razón se me cerraban los ojos de cansancio, mientras me encolerizaba porque el día no tuviese varias horas más. Mientras, Basandere se enfadaba conmigo porque debía de ser ella, y no yo, quien cuidara de vosotros si perdíais la senda a recorrer.

Años después, aquel algo que yo anhelaba, estaba más o menos terminado. Todavía quedaban muchas cosas por pulir dentro de la historia, pero ya lo tenía: mi primer libro, un libro no elegido por mí, y que nunca estuvo en manos del azar, estaba escrito. Un libro donde se relata una historia que no he elegido: ella me ha elegido a mí. No sé… me da en la nariz… que Mari tuvo algo que ver con todo esto…

El Palacio de Las Brujas, en Güeñes, Bizkaia. La guinda perfecta a la historia que se relata en Aequitas Cultus, y culpable de que el libro llegara al final a ver la luz.

Todavía vinieron después meses enteros releyendo, corrigiendo, quitando y añadiendo. Es lógico, yo no soy un escritor al uso, soy el Basajaun, y pienso que más de uno que pueda llegar a leer el libro acabe desangelado. Incluso me planteé la idea de no publicarlo, de guardármelo solo para mí, para Basandere y para Mari. Incluso tal vez, también para el Tarttalo. En ese momento no pensé si era o no un egoísta. Me daba miedo que los humanos se riesen de mi trabajo, Aequitas Cultus, creo que riguroso en muchos aspectos, pero, desde luego, no escrito por un profesional.

Supongo que si algún día acaba en manos de algún crítico humano, me vapulee sin contemplaciones. Y lo asumiría con humildad, con el convencimiento de que si esta historia que se narra en el libro la hubiese escrito un profesional de verdad, seguro que hubiese sido mucho más vistosa, hubiese estado mucho mejor contada, y, desde luego, hubiese acabado siendo todavía mucho más atractiva y veraz. Yo solo soy un amante de mi tierra, y de la literatura y la historia, que un buen día se sentó delante de un teclado con la ilusión de contar algo, y que al final, mejor o peor, lo consiguió.

Siempre he amado mi tierra, Euskal Herria, y siempre me he sentido unido a ella de una manera que va más allá de haber sido creado por Mari en ese bello lugar. En el más bello lugar. Estoy unido a mi tierra por nacimiento, pertenencia, y, sobre todo, sentimiento. Y es este sentimiento el que me impulsaba en los momentos de debilidad, y me animaba a seguir adelante. La historia, hechos y personajes humanos, debían de estar a la altura del lugar donde se produjeron. Al menos, los reales. Y si mi manera de contarlos no estaba siquiera a la altura de un escritor humano mediocre, esperaba que la ilusión y las ganas que puse cada día, cada hora, y cada minuto, puliesen un poco este aspecto.

Las torturas de la inquisición, presentes también en el libro, y cuyos métodos sufre uno de los principales personajes de la historia: Lucía de Aretxaga.

Una vez el libro terminado, y vencidas las dudas y miedos iniciales, debía de darlo a conocer a los humanos. Algunos de los hechos que se narran son tan fantásticos e irracionales, que muchos me tacharán de imaginativo y soñador. Aun así, es posible que les gusten. Pero, seguro, y no creo equivocarme, que más de un humano puede llegar a tener ciertas dudas sobre más aspectos de la historia de lo que en principio se pueda llegar a creer.

Es por ello que nace esta bitakora, con la finalidad de dar a conocer mi pequeño trabajo a los humanos, y que a ti te sirva de apoyo si te decides a leerlo. Con esa finalidad, ayudarte a conocer ciertos entresijos del relato, de la historia, muchos de ellos desconocidos por la mayoría, y reales, nació este pequeño espacio. Esta bitakora. Por lo tanto, podría decirse que la bitakora te pertenece: serás tú quién pueda consultar lo que te apetezca, si decides embarcarte en la aventura que surgió en la cabeza de este que escribe, y que solo pretendía arrojar un poco de luz, sobre ciertos sucesos del pasado de mi tierra, intentando mostrarlos de forma atractiva con la única finalidad de que no te resultasen tediosos.

Santa María de Güeñes, crucial para contar los hechos que se relatan en Aequitas Cultus.

A lo largo de las próximas entradas iré desvelando ciertas cosas. Aportaré más datos de los que ya proporciona el libro, sin llegar por ello a reventarte la historia. Una historia que merecía la pena ser contada. Una historia que intenté posicionar al nivel, al altísimo nivel, del lugar donde transcurre. Espero haber estado, aunque sea solo de una manera muy pequeñita, a la altura que demandan los hechos que se narran, así como de tus expectativas si te decides a dar el paso de leerla. Créeme cuando te digo, que lo he intentado. A Mari pongo por testigo, que así es.

San Lorenzo Bermejillo, el eje de la historia que se relata en Aequitas Cultus.

Para finalizar esta primera entrada, quisiera darte las gracias. A ti, sí, humano. A ti. Gracias por haberla leído entera. Gracias por tu opinión si te decides a dármela. Y gracias también, si te decides a leer el libro, y una vez termines, me des tu opinión. Aceptaré todas las opiniones que me brindéis. Todas. Si te ha gustado, dime por qué. Si no ha sido así, dime qué debería de haber cambiado u omitido, para que hubiese sido de tu agrado. Y siempre que sean constructivas, aún siendo negativas, tus críticas serán bien recibidas. Y asumiré esas críticas adjudicándomelas a mí, y no al Tarttalo. Bastante le hago ya rabiar a todas horas.

Viviendas Celtas. Similares a las de los Autrigones.

En un intento de no resultar pesado, procuraré que las siguientes entradas sean cortas. Buscaré con ello, o intentaré, que la bitakora te atraiga, sin por ello obligarte a leer entradas tediosas y largas. ¿Por qué? Porque no quiero aburrirte, solo despertar en ti la ilusión de conocer más cosas del lugar donde transcurren los hechos, y brindarte mi opinión sobre vuestro mundo. El de los maravillosos y terribles humanos.

Lo dicho, gracias.

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Un comentario

  • Amigo mío, no puedo por mas que sorprenderme por tu talento, enriquecido, pues tu historia y tu vida me interesan, por el saber hacer. Mi más sincero abrazo. Yo también tengo una historia que contar. Algún día, no se cuándo, la contaré.

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