Hola de nuevo, humanos: hoy, en la bitakora, El Akelarre de Oreña.
Lo que os va a contar el Basajaun ahora, no deja de resultar, cuanto menos, curioso:
Hay quien me ha preguntado, si no sabía lo que era en realidad un Akelarre. Hasta aquí, todo normal. Lo curioso, y hete aquí el motivo de esta entrada de la bitakora, es que me aconsejó que, para saber en realidad lo que era un Akelarre, debía de leer Aequitas Cultus, de Basajaun.
¿Os lo podéis creer?
Bueno, no quisiera comentároslo más que como lo que es: una divertida anécdota. Como ello me lo tomo, os lo aseguro.Y muy agradecido, os lo aseguro de nuevo, de que haya quien me aconseje leer mi primer libro.
Más de uno y más de dos de los que lleguéis a leer esta entrada, seguramente, no habéis leído el libro. Más de uno y más de dos, creéis que sabéis lo que fueron en realidad los Akelarres (apuesto a que muchos sí que lo sabéis), aun no habiendo leído Aequitas Cultus. Pero de lo que estoy más que seguro también, es de que muchos ignoráis que, en el pasado, en el Valle del Salcedón, en el barrio de Oreña de Aranguren, dentro del Concejo de Zalla, hubo un Akelarre. Un Akelarre que quedó para la historia como el Akelarre de Oreña.
Os haré ahora partícipes de unas pocas líneas del capítulo XL del libro. No es la primera vez que os añado algo del libro en la bitakora: recordad que ya os dejé el primer capítulo.
A ver… que ese XL es el número del capítulo, ¿vale? No es porque el capítulo del libro sea muy grande, XL, ni porque pueda ser considerado de esta manera el propio libro en sí. Aunque… bien que se le podría calificar como tal, tras sobrepasar con creces las 700 páginas:
Güeñes, Concejo del Valle del Salcedón, tercer día del mes de marzo del año del Señor de 1698.
Queridos hermanos inquisidores:
Me dirijo a ustedes con la convicción y la certeza, de que se personarán en este lugar, para investigar los hechos que a continuación les voy a relatar de forma breve.
Ha llegado a mis oídos que unas mujeres, en el Concejo de Zalla, en el lugar denominado Oreña, en Aranguren, al lado mismo del Salcedón, secuestraron a un vecino de la localidad y le obligaron a bailar con ellas mientras adoraban al Diablo.
El pobre hombre, en estado de trance, y con la vista y el juicio nublados, les acompañó durante toda una noche. Cerca del amanecer, quisieron que formase parte de su grupo de adoradores de Satán, y le obligaron a beber en un vaso de oro. El buen Dios, que vela por todos nosotros, hizo que aquel hombre saliese del trance en el que se encontraba, recuperando con ello el juicio durante unos momentos.
Fue entonces cuando, tras ver la bacanal de la que estaba formando parte, se santiguó, según la costumbre, para enviar a los íncubos al Inframundo. Tras ello, las brujas y sus seguidores desaparecieron… por arte de magia, y el buen hombre vino a verme asustado y me lo contó todo, sabedor de que sus palabras no caerían en saco roto. Sabedor de que me pondría en contacto con mis hermanos, sabedor de que no dejaríamos impune esta herejía.
Les ruego acudan a la mayor brevedad posible al lugar, pues temo que las brujas puedan volver a actuar.
Felipe Martín, monaguillo de Santa María.
Espero que entendáis que, si queréis saber qué fue lo que pasó, me limite a comentaros y aconsejaros que leáis el libro.
Bueeeeeno: aquí podéis ver dónde poder leer el libro en formato digital, y aquí dónde poder leerlo, también, en los lugares donde lo doné, dentro de donde transcurre la trama, el Valle del Salcedón.
Vaya… ¡qué curioso! Termino de escribir la entrada del Akelarre de Oreña…
… y hay al final… ¡666 palabras!
Hummm… ¡qué locura con estas brujas y demás…!
Fotos obtenidas de pixabay, wikipedia, rtve.es, martinezdelezea.com, qfem.es, diariodenavarra.es, josecarlosrincon.blogspot.com, zinemaniacos.com, pinterest.com, magicospirineos.com, conchavara.es, mensaje-positivo.com y el-comal.com.
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