El niño con el pijama de rayas: un libro de obligada lectura; una película de obligada visión.
Esto que os voy a contar ahora es real. Palabra de Basajaun:
Hace tiempo, me encontraba contemplando los diversos estantes llenos de libros que se apilaban en una tienda de esas que proliferan como sucursales bancarias por toda la península. Seducido por la cantidad de títulos que había allí, delante de mí, se acercó a ojear los libros una señora de ya cierta edad. Tenía un libro en la mano. Embelesada con la portada lo miró un buen rato y lo llevaba con ella… pero seguía buscando.
Se acercó en su búsqueda esta señora, hasta los libros que estaban frente a mí. Los miraba desde un lado, sin querer molestarme. Comenzó a comentar algo, que ya ni recuerdo, acerca de uno de los libros que estaban expuestos. Cuando la contesté, bajé la vista… y pude ver, complacido, que el libro que había escogido era “El niño con el pijama de rayas”. Y, entonces, el que quiso cambiar impresiones con ella, fui yo:
—Buena elección—dije.
—¿De veras…? No sé… no estoy muy por la labor, la verdad…
—¿En serio? Pues si le gusta la lectura, y las historias que a uno se le quedan grabadas a fuego en la cabeza, debería de leer ese libro.
—¿Ah, sí…?—lo miraba, no del todo convencida— He oído hablar de él, de que a todo el mundo le gusta… y… pero… bueno, pues que no sé de qué va…
—Compre ese libro.
—¿Tan bueno es?
—Sí. Sin duda.
—No sé qué hacer…
Busqué la manera de convencerla, sin revelar nada de la historia:
—¿Le gustó… “La vida es bella”?
—¡Ay, por favor…! ¡Qué película más maravillosa…!
—Hágame caso: compre ese libro.
Diez minutos después, estaba delante de mí en la cola para pagar. Llevaba el libro en la mano. No he vuelto a verla pero, sospecho, que Bruno y Shmuel vivirán en su corazón para siempre.
He querido que esta pequeña anécdota, real, abra esta entrada de la bitakora. Porque hay libros, historias, que merecen la pena ser leídas y recordadas. Y aunque considero que la película con el mismo título no está a la altura del libro, un film que, por supuesto, bebe de él para recrear los hechos que se narran y trasladarlos a la gran pantalla, la historia, en la película, tampoco está tan mal plasmada. Por ello esta entrada en Libro Vs Película.
“El niño con el pijama de rayas” comienza con Bruno, un niño en edad de hacer la primera comunión, que ve como su familia se traslada desde Berlín hasta una nueva casita en el campo.
Desde la ventana de su nueva habitación, Bruno puede ver un campo a lo lejos, lleno de hombres vestidos con un pijama de rayas. Solo como está ahora el muchacho, ha tenido que dejar a sus amigos en la ciudad, los alrededores de la casa se convierten en un maravilloso mundo por explorar.
Un día, en una de sus expediciones, llega hasta el campo que ha visto desde su ventana, y allí, sentado junto a una verja metálica que sirve de separación, conoce a un niño, Shmuel, y comienza a entablar amistad con él. Bruno quiere conocer todo lo que le rodea, y no deja de preguntar a Shmuel por cualquier cosa, mientras que este solo quiere que le lleve un poco de comida.
Alentado por la nueva amistad que comienza a forjarse, Bruno comienza a visitarle con frecuencia. Hablan, juegan… incluso le lleva algo de comer, chocolate, que él mismo se come por el camino desde casa, inocente él, el pobre, de que a su nuevo amigo le hace falta esa comida más que respirar.
Todo esto lo narra John Boyne, desde la perspectiva de un niño pequeño. También desde esa perspectiva, el autor nos muestra una realidad que nos hiela las venas: el padre de Bruno es un oficial de alto rango Nazi, y la casita en el campo se encuentra al lado mismo de Auschwitz. El pijama de rayas es el uniforme de los presos. La historia transcurre, of course, durante unos años en los que se cometieron cosas que no deberían de quedar en el olvido.
Aparecen también en la historia hechos terribles, como no podía ser de otra forma, plasmadas en las quejas de la madre de Bruno, cuando protesta porque en el ambiente hay mucha ceniza en suspensión, ceniza que lo cubre y lo invade todo; se habla también del jefe de su padre “El Furias”, y de su amante, Eva Braun, cuando se dejan caer en la casita del campo para cenar; y se trata de dejar claro desde el principio que al padre de Bruno le encanta su trabajo.
La historia va transcurriendo, hasta que se llega al desenlace final: Bruno ha cogido piojos y su padre decide que la mejor manera de atacarlos y acabar con ellos es raparle la cabeza. De esta guisa, va a ver de nuevo a Shmuel. Por primera vez traspasa la valla para poder jugar con su amigo. Poco después, con Bruno vestido también con un pijama de rayas, pues se había ensuciado la ropa al pasar por debajo de la valla, ambos muchachos se dan la mano y se prometen, el uno a otro, que serán amigos para toda la vida.
En solo 217 páginas, el autor nos muestra una historia tan maravillosa como aterradora. Una historia que en la pantalla nos muestra a un Bruno bastante tímido y apocado, mientras que en el libro es más… echao p’alante. Una historia que se sigue muy requetebién, gracias a que se sostiene con los padres y la hermana de Bruno, el propio Bruno, y Shmuel. El resto de los personajes que aparecen es más que secundario. A pesar de ello, cierto es, que ayudan a dar forma al mundo tal y como lo ve el protagonista.
¿Es un libro infantil? ¿Acaso una historia… para gente más mayor? ¿Es, o pudo ser, real? ¿Es, o pudo ser, algo imaginario, que plasmó el autor para denunciar las maneras de una élite rancia y retrógrada? Eso lo debe decidir cada uno. A mí, personalmente, o animalmente, la historia me gustó mucho. Y veo el final como una especie de bofetada, despiadada y fría, del destino, al padre de Bruno. Y lo veo así… más que como una gran historia de amistad, que la hay, y es enorme. Historia, que parece ser… que es lo que ha encandilado a los millones de personas que lo han leído.
Mi consejo en este caso, es que leas el libro. Puedes ver la película, después de terminar la lectura, como una manera de tratar de complementar la historia, pero si lo haces… no la veas poco después de haber terminado sus páginas. Es mi consejo. Tú, ahora, vas y haces lo que te salga de los cojones, por supuesto.
Vosotros, los humanos… y vuestra manera de hacer las cosas. En fin…
Imágenes obtenidas de ecartelera.com, 20minutos.es, guiadelocio.com, senderosdeasfalto.wordpress.com y steemit.com.
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