Introducción de El nombre de la rosa:
“Habiendo llegado al final de mi vida de pobre pecador… con el pelo ya canoso, me dispongo a dejar constancia sobre este pergamino, de los hechos asombrosos y terribles que me fue dado presenciar en mi juventud… hacia finales del año del Señor de 1327. Que Dios me conceda sabiduría y gracia, para ser fiel narrador de los sucesos que tuvieron lugar en una remota abadía, en el recóndito norte de Italia. Una abadía, cuyo nombre parece ahora, más piadoso y prudente… omitir.”
Adso de Melk
A principios de la década de los ochenta se publicó una novela que, a día de hoy, podríamos denominar como de culto. La historia que se narra en ella es increíble. Y tan fantástica y sublime, que todo aquel que la haya leído constatará mis palabras: es una puta obra maestra.
Umberto Eco, su autor, fallecido ya, me era totalmente desconocido hasta que el séptimo arte llevó los hechos de su creación a gran pantalla. Jean-Jacques Annaud fue el encargado de tratar de plasmar en imágenes la obra de Umberto. Y en solo un par de horas, algo que me parece un esfuerzo titánico. Ni una sola de las escenas que aparecen en la película, vio la luz sin contar con la aprobación del erudito escritor.
A continuación, uno de los montajes que se pueden encontrar en la red (youtube) que bien puede hacer las veces de trailer de la película. Para que vayáis entrando en situación…
Tras leer el libro, dos veces, pude constatar que lo que se decía de él era cierto: leerlo requiere esfuerzo. Mucho, ya que una cantidad considerable de sus párrafos… están en latín (al menos los de la edición en mi poder, desconozco si hay alguna edición sin párrafos en latín). A pesar de ello, o gracias a ello, cuando terminé de leerlo por primera vez… me llenó una especie de enorme satisfacción…
¿Pero qué cojones estoy diciendo? ¿Una especie de enorme satisfacción? ¡Fue un explosivo orgasmo intelectual y literario, joder!
Bufff…
Seguimos…
He buscado, por activa y por pasiva, reseñas veraces que traten de denostar el libro. No he encontrado ninguna. Todo lo más, que su lectura requiere esfuerzo. Algo que yo mismo pude comprobar.
Un pequeño ejemplo sacado también de youtube:
¿Que ocurre cada vez que se lleva un libro al cine? O, mejor dicho, ¿qué ocurre en la mayoría de los casos? ¿No lo sabes? El sentimiento de aquel que ve el film después de haber leído el libro es siempre el mismo: es pobre. La película se queda pobre, muy pobre, para lo que el libro nos ha contado y nos ha hecho sentir.
En este caso en concreto, yo vi la película antes de leer la novela. Años después, y tras haberla visionado la friolera de veinticinco veces (no miento, veinticinco… por ahora…), se me hace muy, pero que muy difícil… encontrar otra película que plasme tan bien la novela en la cual se base.
Los personajes… la abadía… el tempo de los acontecimientos… la atmósfera asfixiante y sobrecogedora… el sexo y las dudas existenciales en un mundo, y en una época, donde la Iglesia copaba todo (y cercenaba todo aquello que no le era afín)… hacen un más que merecido homenaje al libro. Todo ello, aupado por una de las bandas sonoras más sobrecogedoras, oscuras e inquietantes, de cuantas existen hoy en día. Con esta banda sonora, James Horner se aupó al círculo de los elegidos. Creo que si hoy en día estuviese vivo Edgar Allan Poe… tenéis que leer Cuentos, por favor… al oírla, lloraría de alegría y pena a la vez. Por no hablar de que hubiese admirado a Umberto, como lo hago yo.
A continuación, una nueva reseña que nos habla del tema que nos ocupa. Reseña que añade, además, varias curiosidades ciertamente interesantes:
Todo el mundo habla de los personajes principales (Guillermo de Baskerville y Adso de Melk), o de los más importantes salvo estos (Jorge de Burgos, Salvatore de Monferrato, y la campesina pobre que da nombre final a la historia, por citar solo a los que a mí más me llamaron la atención cuando leí la novela). Pero en la historia no solo aparecen personajes surgidos de la imaginación de Umberto, sino también personajes reales. Personajes que existieron en realidad. En un intento de diferenciar la bitakora del resto (siempre se habla de los mismos)… quisiera hablar aquí de dos de estos personajes. Personajes no tan recordados cuando se menciona o reseña El nombre de la rosa: Bernardo Gui y Ubertino Da Casale.
Cuando, hace tiempo ya, me embarqué en la búsqueda que desembocó en Aequitas Cultus, me sucedió algo curioso. Dos nombres se repetían constantemente en los archivos y documentación que estudié para hacer más veraz mi historia. Estos dos nombres fueron Pierre de Lancre y Bernardo Gui, ambos dos, inquisidores.
El actor F. Murray Abraham, caracterizado como Bernardo Guidoni (Bernardo Gui). Imagen obtenida de polyxenia.net
Hastiado de las formas de la Iglesia y la inquisición, en la época en la que hacían y deshacían a su antojo, quise denunciar estos hechos reales. El cómo actuaban y por qué. Y acabaron plasmados en Aequitas Cultus, donde también se nombra, de manera explícita, pero sin entrar en muchos detalles, al magistrado Pierre de Lancre. Lo hice, habida cuenta de los hechos en los que él mismo estuvo inmerso, hechos reales y demostrados, que acabaron en lo que se conoce como el Proceso de Logroño. Un proceso este, creo que de sobra bien explicado y documentado en Aequitas Cultus. Hechos terribles del pasado que, hoy en día, son más conocidos por todos como el juicio… y posterior muerte en la hoguera, de las brujas de Zugarramurdi. Juicio que da pie a la historia que surgió de la alocada imaginación de este que escribe en la bitakora: el Basajaun.
Años ha también, un humilde servidor, como lector compulsivo que soy, descubrí algo que me pareció fabuloso. Y es que, Ubertino Da Casale también aparece como personaje en otra novela genial: “La conspiración de Asís” (John Richard Sack). Libro este, que también me ayudó, y muy mucho, a dar forma a la historia que se relata en Aequitas Cultus.
(¿Quieres leerlo gratis? Sí, he dicho gratis. A cambio de nada, no te miento. Si tu respuesta es que sí, pincha aquí, que es donde te explico cómo hacerlo. Sin banners, sin publicidad, sin chorradas. Palabra de Basajaun. Entras y lo lees: una historia que no te va a dejar indiferente, te lo aseguro)
Evidentemente, por la diferencia de años en que transcurren las tramas de “La conspiración de Asís” y “El nombre de la rosa”… Ubertino aparece en el primer libro como un fraile joven, mientras que en la obra maestra de Umberto es mostrado como un fraile muy viejo y muy… particular.
El actor William Hickey, caracterizado como Ubertino Da Casale. Imagen obtenida de burbuja.info
El nombre de la rosa ha vendido más de cincuenta millones de ejemplares desde su publicación. Como obra, es considerada de lectura obligada por eruditos de todo el mundo. Es fascinante y envuelve a todo aquel que la lee. O que ve la película, recomendando yo que leas primero el libro, algo que yo mismo no hice. Una obra que te mantiene secuestrado entre sus páginas de principio a fin. Un libro que ha sido traducido a docenas de idiomas. Además de la propia película, sirvió de base para hacer, incluso, una obra de teatro.
Actores caracterizados según los personajes de El nombre de la rosa, para llevar la obra al teatro. Imagen obtenida de RTVE.es
Podría acabar esto haciendo una reseña personal del propio libro (o de la misma película). Pero no lo haré. Creo que ya te he dejado meridianamente claro que El nombre de la rosa me parece tan sublime y maravillosa (tanto la novela como la película)… que temo no ser del todo imparcial. Eso sí: me basaré en un hecho contrastado para que te decidas a leer la novela, si es que no lo has hecho ya. Te he comentado más arriba que ha vendido más de cincuenta millones de ejemplares por todo el mundo. Pues bien, atiende con todos tus sentidos a lo que te voy a decir ahora:
Lee el libro, por favor: cincuenta millones de personas no pueden estar equivocadas.
Os dejo. Espero que os haya gustado. Yo me voy a seguir con mi lectura: Baudolino.
Os he dicho ya que admiro a Umberto, ¿no?
PD: como reflexión final de la historia, me gustaría dejar constancia aquí de, valga la redundancia, una pequeña reflexión. Una, de muchas, que nos dejó Umberto Eco con esta obra maestra.
«Qué pacífica sería la vida sin amor, Adso… qué segura, qué tranquila…
… y qué insulsa…»
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