Halloween

Halloween

¿Alguien sabe realmente lo que significa la noche de Halloween?

Asociada por todos a la cultura anglosajona, el séptimo arte ha tenido mucho que ver en ello, muchos humanos no sabéis qué es, dónde se originó, y, lo más importante, qué significa.

Me da a mí, al Basajaun, que no: no tenéis ni repajolera idea. Intentando explicaros lo que es, y lo que significa, os voy a poner al día en la bitakora. Para ello, un poquito de historia…

Corría el siglo VIII. La Iglesia veía cómo había perdido parte del poder que ostentó en el pasado, tras la instauración de una única religión en el Imperio Romano, y trató por todos los medios posibles de poner freno a la ingente cantidad de rituales y festividades paganas que existían por doquier.

La cultura Celta ya celebraba una fiesta similar a lo que hoy conocéis vosotros, los humanos, como Halloween. Esta fiesta se celebraba en el escenario de un verano tocando a su fin, tras la época de la cosecha. En ella, se daba la curiosidad de agasajar no solo a los vivos, sino también a los familiares difuntos. La Iglesia, temerosa de que el culto pagano medrara en las mentes que solo ella podía dominar, como tantas otras veces a lo largo de la historia, cambió la festividad de fecha. Se celebra, desde entonces, en la víspera del día de los difuntos, según lo que dicta la Iglesia. Por lo tanto, si la festividad de los difuntos es, para los creyentes, el primero de noviembre, la festividad pagana se celebraría el día 31 de octubre.

Se supone que este día, los vivos se entremezclan con los muertos. Algo muy normal, pues los celtas veían en la muerte una puerta que todos debían de atravesar, y que, simplemente, conducía a otro lugar.

El cambiar la fecha de la celebración, no significó que la Iglesia consiguiese absorber dicho festejo. Es más, poco a poco se fue expandiendo una manera diferente de celebrarla, y donde la Iglesia no tenía el monopolio de la misma. Y el hecho de rendir homenaje y tributo a los familiares difuntos, durante la tarde y por la noche, fue un tanto… peculiar.

Se reunían los humanos en sus casas con todas las luces apagadas, y solo se encendían tantas velas como familiares difuntos se tuviese en el hogar en cuestión. Lo hacían, porque del mundo de los muertos podía acabar en el de los vivos cualquiera que ya hubiese fallecido, y dentro de la propia celebración trataban de evitar que los malos espíritus entrasen en sus casas. Un muerto, una vela. Cinco muertos, cinco velas.

Dichas velas encendidas se colocaban en algún lugar que se pudiese ver bien desde fuera de la casa. Para tratar de evitar que se apagase la vela, la protegían con un tronco de madera hueco, alguna cazuela que tuviesen en casa, o con cualquier cosa que pudiese albergar una vela y que evitase que se apagara. Fue entonces cuando las calabazas comenzaron a formar parte de la festividad. ¿Por qué? Porque se trataba de algo que, quien más, quien menos, tenía en casa. Y que era relativamente barato. Además, la pulpa vaciada de su interior, no se tiraba. Se consumía.

¿No habéis oído decir nunca a amatxu aquello de… aquí no se tira nada? Pues eso.

Conforme los siglos fueron pasando, las calabazas se extendieron más y más. Y con ellas guardando velas encendidas, de noche, y no una noche cualquiera, y con la familia reunida… comenzaron a contarse historias y cuentos de miedo. Unas historias que tenían que ver con el hecho de que un personaje malvado, venido del más allá, contaría las velas encendidas de cada casa. Alguien, o algo, que si no contaba las mismas velas que difuntos del hogar… podía llegar a maldecirlo. Un personaje que podía, aunque las velas fuesen las correctas, llamar a deshoras a las puertas ofreciendo aquello tan famoso hoy del… truco o trato.

Un ser que siempre obtenía el trato, fuese cual fuese, pues el truco era siempre el mismo: maldecir el hogar. Un personaje conocido como Jack, apodado “el linterna” si no recuerdo mal (casi todos los malotes de la historia tienen apodos), pues debió de ser en vida alguien muy malvado. Tanto… que al abrigo del hogar oscuro, se contaba una historia de él a los niños. Podría resumirse así:

Tan malo era Jack, que el Diablo vino por él. Pero consiguió engañarlo dos veces. Al morir, y como el Diablo no había podido llevárselo, subió al cielo. San Pedro, en las puertas, le dijo que nanai de la china, que ya podía darse la vuelta por donde había venido. Que había sido muy malo. Le tiraron ascuas encendidas para que se largase… pero Jack cogió una calabaza hueca y las metió dentro, haciendo que le sirvieran de antorcha (linterna) durante la noche. Al tener que vagar por la oscuridad… y como estaba muerto, pero ni en el cielo ni en el infierno… merodea la noche de Halloween buscando a quién poder hacer el mal, alumbrado por su calabaza.

Lo cierto de todo esto, es que la conocida hoy como la fiesta de Halloween poco tiene de yanqui. Al menos, en sus inicios. Se celebró durante siglos en Europa, y fueron los irlandeses que emigraron a yanquilandia los que llevaron con ellos la fiesta.

En España hay celebraciones ligadas al culto pagano de esta fiesta que todavía hoy se mantienen. No se puede obviar la Santa Compaña, la procesión de las Ánimas… pero es innegable que lo que dicen las grandes multinacionales, es lo que hacéis.  Las mismas que os dicen qué es lo que tenéis que celebrar y cómo, qué comer, qué beber, qué vestir… sois ovejas, reconocerlo… es lo que hoy se lleva a cabo.

Obviaré este hecho, porque si hacéis de esta una fiesta donde disfrutar y pasarlo bien… bienvenida sea.

Para acabar, os voy a poner un pequeño ejemplo de hasta dónde podéis llegar con tal de pasarlo bien. Y sin tener en cuenta el hecho de que puedan verse influenciados, estos festejos, por lo que el séptimo arte os ha metido en la sesera.

Aunque no sea una fiesta para celebrarla así… reconozco que lo que os voy a poner a continuación, me ha gustado.

En un pequeño lugar de Bizkaia, en el centro del Valle del Salcedón, en Aranguren, un lugar que ya deberíais de conocer si habéis leído Aequitas Cultus, se han esforzado de lo lindo para hacer un pequeño corto de cine, que poco, por no decir nada, tiene que envidiar de famosas películas de la gran pantalla. Es fabuloso contemplar cómo, con mermados recursos, se puede llegar a hacer un buen trabajo. Y con muchos menos capital que largometrajes de presupuesto mareante y bochornoso.

Aquí lo tenéis:

¿Qué? ¿No me digáis que no se lo han currado?

Otro día más y mejor, humanos. Agur. Y…

…procurad no pasar mucho miedo…

 

 

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