Eguzkilore.
¿Qué es? ¿Qué significa? ¿Por qué se valora tanto en tierras de Euskal Herria?
¿Por qué preside las entradas de los caseríos? Tal vez… porque es… ¿bonita? O, más bien… como… ¿símbolo de protección?
¿Protección…?
Hummm… interesante…
De ser así…, ¿de qué les protege? Y, sobre todo…, ¿cómo lo hace?
Basta de preguntas.
Deja, mi querido lector, que el Basajaun te cuente una pequeña historia. Una historia que ya aparece en Aequitas Cultus… y que he decidido incluir en la bitakora. Y me vas a dejar, que decida por ti antes de leerla: te va a gustar. Lo sé.
Verás… en la época en la que el mundo estaba cubierto de tinieblas y oscuridad, los hombres vivían en cuevas. Temerosos de todo aquello que no conocían, o que no comprendían, pedían ayuda a los que consideraban sus dioses, para que los protegiese.
Pero antes, incluso, de que la oscuridad copase todo…
… solo estaba Mari.
En tierras de Euskal Herria se pedía esta protección a Mari. La diosa madre. La creadora de todo y de todos.
Mari vivía en el Anboto. Sola. Y estaba tan sola y triste que decidió crear a alguien, o algo, que le acompañara: Sugaar. Su consorte. Una vez creado, vivió con él… y desde entonces, cuando están juntos… estallan violentas tormentas en el cielo.
Se querían mucho en uno al otro, pero aun teniéndose mutuamente, sentían que les faltaba algo más.
Y Mari creó a Amalur. Y con ella… la Tierra se formó.
Pero Mari, creía que la Tierra era demasiado grande para estar yerma y vacía de vida… y como aun no había tenido hijos… creó al hombre. Pero para que el hombre fuese bueno, creó también seres malvados para que los propios hombres sintiesen la dicha de imponerse al mal.
Pero los seres malvados comenzaron a hacer tantas travesuras y tanto mal… que los hombres se sintieron desbordados. De modo que…
… pidieron ayuda a Amalur:
- Amalur… humildemente te pedimos que nos ayudes a protegernos de los peligros que nos acechan constantemente…, haz caso de nuestras peticiones y ayúdanos…, te lo rogamos…
Y Amalur pidió permiso a Mari, y con su benevolencia…
… creó la Luna.
¡Cuando los hombres vieron aquel objeto luminoso tan grande en el cielo…!… se escondieron en sus cuevas, temerosos…, pues no sabían qué podía ser.
Tiempo después, pensaron que sería bueno tener algo que iluminara la Tierra, siempre tan oscura y tétrica…, y comenzaron a salir de sus cuevas. Lo hicieron muy contentos, pues los toros de fuego, los bichos voladores… y lo que más temían, ¡los terribles dragones voladores que escupían fuego!… no salieron de sus cuevas, pues también temían a la Luna.
Tiempo después, al igual que los hombres, los seres malignos se acostumbraron a la Luna… y volvieron a hacer de las vidas de los hombres un suplicio.
Los hombres, entonces, decidieron de nuevo pedir ayuda a Amalur:
- Amalur… humildemente te pedimos de nuevo ayuda. Los seres de la oscuridad se han acostumbrado a la Luna… y te pedimos por ello que nos ofrezcas algo más poderoso para que no puedan salir de las tinieblas… salen de sus simas y cuevas y no nos dejan en paz…
Y Amalur, de nuevo con permiso de Madre Mari… creó el Sol.
Les dijo a los hombres que él sería el día, y la Luna, la noche.
De nuevo, los hombres se encerraron bajo tierra, temerosos de aquel ser tan poderoso y luminoso en el cielo…, pero con el tiempo, al igual que con la Luna, se acostumbraron a él y volvieron a salir.
Y lo adoraron jubilosos, pues como era mucho más poderoso que la Luna, pronto, con el calor, comenzaron a crecer árboles y plantas… y a proliferar otros animales. Incluso Mari se quedó uno de estos animales para sí, el Zezengorri, y lo puso a cuidar de su guarida.
Y lo más importante de todo: tan poderoso era el Sol, que los seres de la oscuridad no podían salir de día…, lo intentaron…, pero no pudieron.
A partir de entonces, solo actuaban de noche.
Tiempo después, los hombres volvieron a hacer una nueva petición a Amalur:
- Amalur… humildemente venimos de nuevo a solicitar tu ayuda… Los seres oscuros ya no nos molestan de día, pero necesitamos algo que nos proteja de ellos durante la noche, pues al caer el Sol, salen de sus cobijos y nos siguen atormentando…
Amalur, de nuevo con el beneplácito de Mari, les ofreció algo. Les dijo que era un regalo expreso de la propia Mari a los hombres:
- Crearé una flor tan hermosa, que los seres de la oscuridad creerán que es el Sol, y huirán temerosos ante su presencia. Sin embargo, del mismo modo que se acostumbraron a la Luna, podrían llegar a acostumbrarse a la flor, por ser mucho más pequeña e insignificante. Es por ello que, como al igual que vosotros los hombres, los seres de la oscuridad también son seres creados por mí, les obligaré a que si se encuentran en la puerta de alguna de las casas de los hombres esta flor, deberán de contar todas y cada una de las espinas que posean, y me deberán decir el número exacto antes de que les permita entrar.
Y Amalur… recogió de las manos de la propia Madre Mari la Eguzkilore.
Y se la entregó al hombre.
Y desde entonces… les protege de los seres oscuros.
Algún profano dirá, que menuda historia de mierda.
Yo, el Basajaun, le invito desde la bitakora a que haga un pequeño acto de fe:
Cuando te encuentres una Eguzkilore en la puerta de una casa en Euskal Herria… cuenta las espinas.
Y este profano… comprobará que…
… si lo hace de noche…
… antes de que las pueda contar todas…
… se le habrá hecho de día.
¿Solo una leyenda? ¿Un cuento para niños?
Es posible que así lo creas. Pero deja que termine esta entrada con una pregunta:
¿Recuerdas cuándo no pueden salir de sus escondrijos los seres oscuros?
Imágenes obtenidas de floresyplantas.net, alavalpunto.com, euskadi-basquecountry.org, mitologiavasca-itsas.blogspot.com y pixabay.com.
No hay comentarios
You can post first response comment.