Las tres traiciones históricas de los Borbones

Las tres traiciones históricas de los Borbones

   Ya sabéis de la poca simpatía que le tiene el Basajaun a todo aquel que ostente un cargo con cierto poder, sin que haya sido elegido en las urnas. Y que mis simpatías por muchos de los elegidos van a la par. De esto último, la culpa no la tienen quienes gobiernan, sino quienes les han puesto ahí mediante sufragio. No importa que os roben, que os mientan, que os recorten derechos sociales como aquel que siega hierba en un prado o que se rían en vuestra cara por todo lo que hacen, sabedores como son de que, pase lo que pase, vais a seguir votándoles. Sois ovejas.

Sin buscarlo, os lo aseguro, ha llegado hasta mí un pequeño escrito que, por lo relevante del mismo, por lo bien expuesto que está, y, sobre todo, porque a mí me da la gana, he querido compartir con vosotros en la bitakora. Este escrito, delata y muestra las vergüenzas históricas, y la hipocresía, de aquellos que se creen con derecho a ser soberanos de un país, donde lo que de verdad importa a la gente de a pie es poder llenar el plato a las horas pertinentes, poder tener un trabajo para alimentar a su prole, pagar sus facturas…

… mientras que las élites, elegidas o no, mediante sufragio universal, se creen con derecho a manejar las vidas de los ciudadanos. Ciudadanos, que son, meros peones en una partida de ajedrez. Una partida en la que nunca ha importado quien caiga, siempre que las piezas fundamentales que se muevan por los escaques del tablero salgan airosas. Y si no salen bien paradas, ya procuran que la prensa escrita y audiovisual, incluso algunas redes sociales, digan lo que a ellos les conviene para que no os salgáis del redil. Saben que no vais a pelear por lo que es vuestro y os pertenece, porque os tienen convencidos de que luchar no sirve de nada.

La familia de Felipe VI llegó a la Corona de España en 1701 (en Aequitas Cultus muestro una manera alternativa de cómo y por qué llegó Felipe de Anjou a gobernar España, basado en la actuación de poderes oscuros actuando al margen de lo que nos ha contado la historia) aunque no logró asentar su reinado hasta el fin de la Guerra de Sucesión. En estos tres siglos ha sido más que habitual su alianza con los sectores más retrógrados de la sociedad. A continuación, tres ejemplos. Tres ejemplos que aparecen en el escrito del que os he hablado. Creedme: no tiene desperdicio.

Fernando VII, Juan Carlos I y Alfonso XIII

Contaba el escritor Diego Medrano en una entrevista con Público, a raíz de su obra Historia golfa de las monarquías hispánicas, que no ha habido ningún Borbón listo en la historia de España. Medrano argumentaba que ninguno de la larga dinastía de Borbones que ha reinado en España puede ser considerado un “intelectual”. “Los borbones son cuartelarios. Tienen cultura de cuartel, de militar”, afirmaba el autor.

Quizá por ese espíritu cuartelario que describe Medrano, los Borbones se han aliado a lo largo de la historia de España con las fuerzas más conservadoras del territorio: los poderes que apostaron por impedir la caída del Antiguo Régimen, reprimir el liberalismo, el movimiento obrero y la evolución democrática del Estado. La gran excepción a esta trayectoria fue el discurso que Juan Carlos I dirigió al país aquel 23-F, un episodio, sin embargo, sobre el que cada vez hay más dudas y menos certezas.

La  llegada de los Borbones a España estuvo rodeada de una cruenta Guerra de Sucesión que llevó al territorio hispánico una guerra de las principales potencias europeas. El conflicto terminó con la Corona en manos de Felipe V a costa de ceder una parte importante de los territorios europeos, e inmediatamente después se puso en marcha un proceso centralizador, al más puro estilo francés, a través de los diferentes decretos de Nueva Planta. Este tema, sin embargo, bien merece un artículo diferente a este.

El presente texto trata de explicar de manera sucinta tres de las grandes traiciones de los Borbones a la democracia y a los derechos de los ciudadanos españoles.

Fernando VII y la traición a la Constitución de 1812

Fernando VII, firmando la derogación de la Constitución de 1812 / Archivo Histórico Municipal de Valencia.

La Guerra de Independencia española comenzó tras la invasión de las tropas francesas en 1808. En la defensa de Madrid por parte del pueblo está basada una buena parte de la mitología del nacionalismo español. Se comenta menos, no obstante, la torpeza, por decirlo de un modo suave, de los reyes Carlos IV y Fernando VII, que acudieron a Francia a una reunión con Napoleón en Bayona y terminaron cediendo la Corona al emperador francés, que se la otorgó a su hermano José Bonaparte.

La resistencia quedó en manos de clases populares, notables locales y el bajo clero. Comenzaba así una Guerra de Independencia que se desarrollaba mientras, tal y como escribió Napoleón, Fernando VII le carteaba felicitándole por cada logro militar y solicitándole una esposa de su elección. Un rey, como se puede apreciar, muy comprometido con la lucha de su pueblo.

Así, en ausencia del monarca, se convocaron las conocidas como Cortes de Cádiz, que redactaron la Constitución de 1812, también conocida como La Pepa, uno de los textos constitucionales más avanzados de la Europa del momento, si no el que más, que fue acompañado de un buen número de decretos que intentaban sacar a España del Antiguo Régimen en el que permanecía anclado.

Con la victoria militar ante el invasor francés, Fernando VII regresó a España en 1814 como el deseado. Sin embargo, el monarca nunca tuvo intención de acatar la legalidad constitucional. El rey, tras un pronunciamiento militar, declaró que tanto la Constitución, como las cortes y sus decretos, quedaban sin ningún valor ni efecto. “Mi real ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes…, sino el de declarar sin efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos ni guardarlos”, rezaba el decreto promulgado por Fernando VII.

Acto seguido, comenzó una etapa de seis años en la que desaparecieron la prensa libre, las diputaciones y los ayuntamientos constitucionales. También se cerraron universidades. Se restableció la organización gremial y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. El Antiguo Régimen había vuelto.

 

Alfonso XIII, el desastre de Annual y su apuesta por Primo de Rivera

La mañana del 22 de julio de 1921 el Ejército español sufrió una de las derrotas más duras de su historia. En la hondonada de Annual, las tropas coloniales españolas fueron derrotadas y masacradas por las milicias rifeñas de Mohamed Ben Abdelkrin Al Khattabi. Se calcula que cerca de 20.000 soldados murieron en una operación militar nefasta que sacudió a toda la Península. Se inició una investigación parlamentaria que, pese a ser torpedeada desde varias esferas, consiguió avanzar.

Las conclusiones señalaron al monarca y a altos jefes militares de su confianza como responsables. Para el rey Alfonso XIII estaba claro: había que evitar como fuese que ese informe se leyera en las Cortes. En julio de 1923, Alfonso XIII había dicho a Joaquín Salvatella (ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes) que “una dictadura era inevitable e imprescindible”.

Escribe Carlos Rojas, autor de Los Borbones destronados, que en septiembre de 1923 mandos militares de confianza del rey le informaron de la deseada conspiración militar que entregaría el poder dictatorial a Miguel Primo de Rivera, entonces capitán general de Catalunya, donde se había dado a conocer por su feroz represión del movimiento obrero. El golpe, de hecho, estaba preparado para el 14 de septiembre, pero la presión del rey al general Sanjurjo lo adelantó al día 13 de septiembre. El objetivo: evitar que la Comisión de investigación expusiera en el Congreso sus conclusiones.

Tras el golpe, el Gobierno pidió al rey que destituyera a los militares sublevados, pero el monarca, muy al contrario, nombró a Primo de Rivera como presidente del Gobierno. Se suspendió la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos, se prohibieron partidos políticos, se crearon los somatenes como milicias urbanas para reprimir al movimiento obrero y se declaró el estado de guerra.

Apenas dos meses después de este golpe de Estado, el rey Alfonso XIII viajó a Italia junto a Primo de Rivera. Allí se entrevistaron con el dictador Benito Mussolini y el rey Victor Manuel III. El monarca español, le dijo al italiano que… ya tenía a “su Mussolini”.

Alfonso XIII y Primo de Rivera.

 

El apoyo a Franco: de 1936 a 1975

Los monárquicos conspiraron contra la II República desde el mismo día de su proclamación. Y eso que Alfonso XIII tuvo que huir del territorio porque ni el golpista Sanjurjo ni la Guardia Civil estaban dispuestos a apoyarle más. Pero esta conspiración, como tal, no es reprochable. Sí lo es, sin embargo, el precio en vidas de españoles que los monárquicos estaban dispuestos a pagar por llegar al poder.

Por una parte, Alfonso XIII donó un millón de pesetas a la causa franquista. Por otro lado, está el trabajo de los diputados monárquicos para conseguir aviones de guerra, que documentó el historiador Ángel Viñas.

El 1 de julio de 1936, 17 días antes de que se perpetrara el golpe de Estado militar contra la democracia republicana, diputados monárquicos negociaron con la Italia de Mussolini la compra de 40 aviones que, evidentemente, tenían como fin matar españoles. La investigación del historiador Ángel Viñas mostró los documentos que probaron la compra. Parece difícil imaginar que esta operación se realizara de espaldas al monarca depuesto Alfonso XIII, que vivía a caballo entre Suiza y el país transalpino.

Sin embargo, a finales de 1937 Franco ya le hizo saber a Alfonso XIII que difícilmente volvería a reinar en España debido a sus errores anteriores. El monarca llegaría a escribir que se sentía traicionado por el general.

En 1941 Alfonso XIII abdicó sus derechos dinásticos en su hijo Juan. Este, en 1936, con apenas 23 años, entró en España para luchar junto a los golpistas. Nada más llegar se atavió con el mono azul y la boina roja carlista. El general Mola, sin embargo, lo mandó fuera del país. Pero Juan estaba entregado a la causa y lo volvería a intentar. Esta vez, el padre deJuan Carlos I escribió directamente a Franco. Fue el 7 de diciembre de 1937,  para pedirle participar como marinero en el Crucero Baleares. También fue rechazado.

Una vez finalizada la Guerra Civil, Alfonso XIII  envió un telegrama al generalísimo para ponerse a su disposición:

“A sus órdenes, como siempre, para cooperar en lo que de mí dependa a esta difícil tarea, seguro de que triunfará y de que llevará a España hasta el final por el camino de la gloria y de la grandeza que todos anhelamos”.

Sin embargo, Franco no designó a un Borbón como su sucesor hasta 1969. Fue a Juan Carlos y con este nombramiento daba sentido a la Ley de Sucesión de 1947. España se constituyó como un reino sin rey, figura a la que se aproximaba Franco como jefe de Estado. La dinastía de los Borbones, no dudó (tampoco en esta ocasión) en aliarse con un sanguinario dictador como Franco. Un tirano que había llegado al poder tras provocar una de las mayores tragedias humanas del siglo XX. De hecho, Juan Carlos hablaba de la Guerra Civil como “crisis de 1936”.

“El general Franco es, verdaderamente, una figura decisiva, histórica y políticamente, para España. Él es uno de los que nos sacó y resolvió nuestra crisis de 1936. Después de esto jugó un papel político para sacarnos de la II Guerra Mundial. Y, por esto, durante los últimos 30 años, él ha sentado las bases para el desarrollo de hoy en día. Tal y como usted puede constatar. Para mí [Franco] es un ejemplo viviente, día a día, por su desempeño patriótico al servicio de España y, por esto, yo tengo un gran afecto y admiración”, decía Juan Carlos I en 1970 a una televisión suiza.

 

El enlace donde he podido encontrar este escrito, así como las fotografías que en él aparecen, es este. No me he podido resistir a que forme parte de la bitakora.

 

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