Un niño de 9 años con autismo, mi hijo Mikel.
Su mayor ilusión: jugar al fútbol.
Su objetivo: poder jugar un partido (como los demás), no habiendo faltado a un solo entrenamiento durante 1 año en un Club, sin jugar los sábados y sin perder su sonrisa.
Se decide este año “darle la oportunidad” de jugarlo.
No lo hace peor que los demás… soy testigo directo, no me lo han contado.
Resultado: whatsapp del coordinador a día de ayer (16 de octubre del 2018) diciendo que se ha decidido que siga entrenando pero que no puede jugar partidos.
Reunión por la tarde con su madre, el directivo, el coordinador y el entrenador. Alegan causas objetivas. Nadie las vemos hasta el punto de apartarle de los partidos y no hacerle ficha. En primer lugar porque se supone que con esta edad no van a jugar exclusivamente para ganar. En segundo, porque aunque así fuera, y por muy malo que fuera, no perderían por su culpa.
¿¡Estos son los valores que enseñan a los niños en este lugar!?
Mikel, ayer noche al recibir la noticia, lloró de una manera que nadie mínimamente humano puede soportar. Preguntándonos qué ha hecho tan MAL (¡nada!), asegurando que se ha esforzado al máximo (¡como el que más!), si ha faltado al respeto a alguien, o si es un maníaco y por eso no le quieren…
Hay que estar en la carcasa de unos padres que han luchado y sufrido toda la vida del niño porque esta selva social le dañara lo mínimo posible, para empatizar con lo que podemos sentir al verle así. Y más, cuando no hay razón objetiva. La única razón que no se reconoce, es su etiqueta, que no se entiende, que sigue sin querer entenderse, y continúa tristemente dando miedo.
Intentaron hacernos desistir de seguir de la manera más rastrera. Y sin ir de frente. Haciendo creer al niño que ese partido significaba el principio de su sueño. Resulta que fue su final pero nunca se le dijo a qué iba, ni a su familia tampoco.
Ha acabado así esta historia, un niño que quiere encajar y no se lo permiten, destrozado, con la autoestima por los suelos, buscando una culpa que no tiene, y expresando que “me han robado mi sueño”.
¿Será posible que permitamos esto? ¿Hasta cuándo gente de esta pasta puede estar donde está, trabajando con niños?
No, no es una pataleta del crío. Él ha demostrado contar con unos valores de los que ellos deberían tomar nota.
Espero que duerman bien por las noches y no se despierten llorando, como él…
GRACIAS.
Zuriñe Asensi, amatxu de Mikel.
Esta es, mis queridos y despreciables humanos, la dolorosa carta de una destrozada madre. Supongo que, en ella, también está el sentir del padre. Y del resto de familiares y amigos. Así como el de Mikel. Y, seguro que también, el de alguno de sus compañeros de jurgol.
No es la primera vez, y veo que no va a ser la última, en la que el Basajaun se posicione del lado de aquellos que no pueden alzar la voz para protestar. Del lado de aquellos que siempre tendrán un sitio en la bitakora para que se les escuche. Ya se dio voz en este lugar a Irati (Irati, Enkarterri, la cloaca de Bizkaia, y Luchar no sirve de nada). Ya se dio voz también a Joel (Justicia para Joel). En esta entrada, se dará voz a Mikel.
Todo lo que sea deporte mezclado con juego, es bueno. Todo. Incluso el jurgol, un deporte que los humanos habéis llevado a cotas despreciables de idolatría y seguimiento de masas…
…que poco tienen que ver con lo que puede llegar a ser: un juego. Cuando os hacéis adultos perdéis la esencia misma del jurgol, esa esencia que los niños hacen perenne cada vez que juegan con el balón, mejor eso que ver la puta caja tonta de los cojones, y que hace de cada encuentro algo casi mágico…
…hasta que aparecéis los mayores, cual borregos, con vuestra ignorancia, con vuestro miedo, y con vuestra vomitiva falta de empatía. Los niños solo quieren jugar. Los mayores… solo queréis ganar.
El caso de Mikel es un perfecto exponente de lo que quiero que asimiléis. Solo es un niño, con un pequeño problema, es cierto… pero solo es un niño. Y mientras él solo quiere jugar… los miedos de los mayores se ceban con su problema, aduciendo gilipolleces varias, con el único fin de… ¿lavar su conciencia?…
Supongo que los responsables de no dejar jugar a Mikel al jurgol, se escudarán en que, para ellos, es un bicho raro. Y para evitarse, tal vez, ciertos problemas, han decidido que el chaval no va a poder jugar… tras haberle hecho creer, a él y a su familia, que un día podría llegar a hacerlo.
Zuriñe, su amatxu, deja claro en su dolorosa carta que el niño solo quiere jugar. No jugar por y para ganar: jugar. Y lo hace además, de una forma políticamente correcta. Muy políticamente correcta, diría yo.
Zuriñe se expresa de manera que queden las cosas claras sin tratar de ofender la sensibilidad de quien pueda leer esa carta. Otra cosa, es el sentir real de la gente que quiere a Mikel, familia y amigos, y que me da a mí que a la hora de poder hacer saber por lo que están pasando… seguro que no son tan políticamente correctos.
Y yo, como soy el Basajaun y vivo en el bosque, y mis modales no están supeditados a ser políticamente correctos, me he visto obligado a escribir esta entrada con el único fin de dar a conocer el caso de Mikel, de alzar su voz. De que la bitakora siga siendo, como lo ha hecho desde hace tiempo, aun no siendo un lugar creado para ello, el lugar donde la hipocresía sobra. Convirtiéndose también en el sitio donde la voz de aquellos que no pueden protestar, lo hagan. Por ello, aquí va mi opinión:
A los responsables de no dejar jugar a Mikel al jurgol:
A ver si lo entiendo, chatos…
Dejáis que Mikel entrene durante un año con sus compañeros para jugar al jurgol. Un buen día le permitís jugar, haciéndole el más feliz de los mortales. Al día siguiente decidís que no va a poder jugar más… y como premio de consolación le dejáis que siga entrenando con sus compañeros. ¿Es así, no? Bien…
… pues quiero que sepáis que tenéis la misma empatía que Mari le dio a una piedra, que vuestra moralidad está en consonancia con vuestros actos y que estos se asemejan a los regímenes dictatoriales de un país tercermundista, que al destrozar el sueño de un niño de 9 años os habéis puesto a la altura de una media mierda (no llegáis ni a mierda), y que vuestras dudas y miedos al no dejarle jugar con los demás niños, muestran vuestra verdadera personalidad: sois unos cobardes.
Si la sociedad que habéis creado deja que pasen cosas como estas, vuestra pútrida sociedad falla. Más que una escopeta de feria.
Mikel no quiere ganar. Mikel solo quiere jugar. Y no le dejáis porque es… ¿diferente?
Mikel, escúchame, txapeldun: tú ya has ganado.
Por goleada.
2 Comentarios
Estoy de acuerdo, pero….. no nos rasguemos las vestiduras cuando esto mismo pasa cada día, no en el futbol (que en este caso no era sino una herramienta de integración), cada día, niños como Mikel son separados en las aulas de nuestros hijos (y no decimos nada), se les segrega con el «objetivo» y la escusa de que tienen una forma diferente de aprender (y no decimos nada), se les señala por los pasillos como los «enfermos» (y no decimos nada), se le mira raro por la calle (y no decimos nada), y etc, cuando realmente nos importen los «Mikel»´s, empecemos por lo que podemos hacer, por educar a nuestros hijos en la tolerancia, el respeto por el diferente, la integración (y no digo inclusión a posta), en la convivencia y en el «nosotros» como la suma de los «yo»´s
Ese es el problema, Iñaki: ¿hace falta que salgan casos como el de Mikel a la luz, para que la gente se dé realmente cuenta de los problemas de los más pequeños?
Es triste, pero la respuesta es que sí.
El problema no lo tienen los niños, Iñaki: el problema lo tienen los adultos. No todos, es cierto, pero ni un solo niño es culpable de cosas como esta.
Un saludo y gracias por comentar.