No os entiendo

No os entiendo

   He intentado dejar claro en mis anteriores anotaciones en esta bitakora, que no será un sitio como los demás. He intentado mostraros cómo surgió todo esto que ahora tenéis ante vosotros, y también he explicado que la primigenia idea que germinó en mi mente, hace tanto tiempo ya, culminó en un trabajo llamado Cultus. Pero también dije que en esta bitakora no solo serán visibles ciertos escritos en los que hable de cualquier cosa que acontezca con los hechos narrados en Cultus de por medio, sino que utilizaría esta plataforma para brindar al mundo mi opinión sobre las cosas. Sobre cosas y hechos que ocurran, o que hayan ocurrido. Sobre todo aquello que me guste o no. Sobre todo aquello que me inquiete o me enamore. Y también comenté que podéis opinar sobre lo que queráis, y que incluso se me puede llegar a pedir que hable de algo. Pero también os dije que lo que me ayudó a dar el paso para crear todo esto, fue dejar salir el Basajaun que llevo dentro.

Y como Basajaun que soy, salvaje y primitivo, tengo que gritar al viento del bosque, aferrado con rabia a las ramas de los robles centenarios que pueblan la entrada a mi morada… que no os entiendo. No os comprendo. A vosotros. A los humanos.

Tenéis la capacidad de amar, y no hay más que guerras; tenéis la capacidad de follar o hacer el amor (lo que prefiráis según el momento), y no hay más que disputas; tenéis la capacidad de poder hacer algo con vuestras vidas, y os pasáis el día viendo la caja tonta; tenéis la capacidad de disfrutar como nadie cuando os rodea la naturaleza… y muchos seguís despertándoos cada mañana, surcando las venas de las ciudades en esos ataúdes con ruedas que os llevan a vuestro puesto de esclavo. Perdón… quería decir trabajo.

Sé que el trabajo es necesario, que lo necesitáis para poder subsistir. Y entiendo que para poder acudir a ese trabajo, tengáis que hacerlo en algún medio de locomoción. Sé que no tenéis mi capacidad para poder llegar a cualquier sitio en un momento, que no poseéis ni mi velocidad, ni mi fuerza. Lo entiendo. Todo ello. Lo que no entiendo es que cuando termináis y volvéis a casa, sigáis prefiriendo, muchos de vosotros, encerraros en vuestras cuevas de tabiques y tejas, en lugar de dejar que el viento de las montañas que ahora mismo me acaricia el rostro, haga lo mismo con vosotros. Seguís prefiriendo ver imágenes concatenadas y encerradas en una caja, bien tapaditos con una manta cuando hace frío, en lugar de salir ahí fuera… y recorrer un riachuelo descalzo, subir a la cima de algún monte y ver amanecer, o tumbarse sobre la hierba y cerrar los ojos, dejando que la magia de Amalur invada vuestra alma. Sois raros los humanos.

Alguno podrá decir que no tiene más remedio que trabajar como un cabrón. Y, de nuevo, lo entiendo. Y podrá protestar, alzando la voz, furioso, echándome en cara que no hay más remedio que vivir esclavizado muchos días, para poder tener alguno de asueto. Y que termináis tan tarde de trabajar, que no os quedan ganas ni de protestar. Y, de nuevo, podéis creerme, lo entiendo. Pero cuando se acaba vuestra semana laboral llega el momento de poder disfrutar, y seguís prefiriendo ver a veinte tíos corriendo medio en pelotas detrás de un balón, y os llegáis a enfadar con otros humanos que no sientan vuestros mismos colores. Y volvéis a tener disputas. ¡Cómo sois los humanos!

Sois raros. Los humanos sois muy raros. Con la capacidad que poseéis de hacer cosas maravillosas, y os habéis sometido a un sistema que aboga por encadenaros para siempre a una forma de vivir… que no es vida. Y lo peor de todo… es que os gusta.

Yo os observo desde el monte, o mezclándome entre vosotros, y veo que os consumís en la miseria. En la miseria de vuestros panales de ladrillo y cemento, donde os recogéis temerosos al acabar el día, rogando a quienquiera que sea el que os pueda escuchar desde allá arriba… que vele por vosotros. Que no permita que vuestras ganas de luchar desaparezcan. Afortunadamente, con los años… tenéis hijos. Y es por estos hijos vuestros por lo que redobláis las fuerzas para poder sentiros bien. Para seguir luchando. Para hacer lo correcto. Cada día. Pero seguís comportándoos como humanos. Ellos, sin embargo, no. Me refiero a vuestros hijos.

Ellos, antes de llegar a ser absorbidos también por el sistema que habéis creado, son un poco como yo. Son primitivos. Son salvajes. Son la esencia de la vida en estado puro. Y si cuando llega el momento de poder disfrutar con ellos, les enseñarais a poder embeberse de la naturaleza, si les llevarais al monte a conocer los altos de las montañas, las maravillosas vistas desde allí arriba… si les explicarais que el musgo es más fácil que crezca en la cara norte de los árboles (ayudándoles a entender con ello que la naturaleza es tan sabia que incluso busca la forma de que los humanos no os perdáis), si les dijerais que al abrazar uno de esos árboles sentirían con ello la fuerza de Amalur (una fuerza transmitida desde sus propias raíces), presente también en el agua de los riachuelos, en las piedras del camino, o en una florecilla que crezca sola o acompañada… os aseguro que preferirían eso, a que les explicarais qué es un fuera de juego.

Imagen de LisaLizaBebé, Sonrisa, Mamá, Madre E Hijo, Familia, Alegría

Sois raros los humanos. ¿Cuándo os volvisteis tan raros? ¿Cuándo dejasteis de ser un poco niños? Me entristece veros así, ver en lo que muchos de vosotros os habéis convertido.

Que vuestros hijos no pierdan la esencia de la vida misma. Llevadlos al monte. Llevadlos a la playa. Llevadlos al campo. Subidlos a la cima de una montaña a ver atardecer, construid con ellos castillos de arena junto al mar, tumbaros junto a ellos en la hierba, y tratad de oír juntos el crujido que produce al crecer, un crujido que se oye, creedme (es el susurro de Amalur), lejos de vuestras latas con ruedas y vuestras disputas en un bar viendo jurgol. Lo llamáis así… ¿no?

No temáis mostrarles el mundo de verdad, el que ya existía antes de que vosotros intentarais cambiar las cosas: Amalur cuidará de que no les pase nada malo fuera del nido familiar. Y Mari, por supuesto.

Yo mismo también.

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