¿Sabéis lo que significa la expresión humana «pan y circo»? ¿Sí? ¿No? Sigue leyendo…
Hoy he salido a caminar por el bosque. Por mi adorado bosque. Hace un día fantástico y he creído oportuno no desaprovechar la oportunidad que nos brinda Mari a todos, cuando nos regala un día soleado y maravilloso.
Sin embargo, es un día que, en mi subconsciente, está un poco nublado. Me explicaré.
Después de merendar un muslo de pollo en casa del Tarttalo, no cocina nada bien, es un poco bruto y lo hace todo a la carrera, y de comentar a Basandere que llegaría un poco tarde a cenar, bajé a darme una vuelta para comprobar que estabais bien. Vosotros solos no os sabéis cuidar, reconocerlo. Y me vi caminando solo por esos lugares entre edificios que llamáis calles. Me pareció extraño. Muy extraño. Y es que… sois raros los humanos. Muy raros.
Me paré un momento en una cristalera grande que daba a la calle. Vi mucha gente dentro de uno de esos sitios que llamáis bares. Estaban viendo jurgol. Oí comentar que era el clásico. No lo entiendo muy bien. Había gente vestida con camisetas blancas. Otros, con camisetas rayadas, en azul y granate. Me parecieron todos unos palurdos, pero si es lo que les gustaba… allá ellos. Lo que me sorprendió, era que no había casi gente paseando, habida cuenta del fantástico día que nos regaló Mari ayer. Y decidí observaros un poco desde la calle, mirándoos a través del cristal.
Los que estaban jugando dentro de la caja tonta se retiraron a mear o a beber agua. En un momento, se dejaron de ver las imágenes de la competición deportiva humana. ¿De verdad os gusta ver correr medio en pelotas a veinte tíos detrás de una esfera de cuero? No os entiendo. Pero no estoy aquí juzgándoos hoy por ello.
Mientras duró la pausa deportiva, varios humanos salieron fuera del bar. A hablar, echar humo por la boca y enredar con los móviles.
A mí… se me asemejaron un poco al Tarttalo cuando se cabrea y echa humo hasta por las orejas. Les dejé con sus cosas. Me volví de nuevo a ver el interior del bar. Allí dentro, la caja tonta seguía con la emisión de sus imágenes. Lo que se decía, me llenó de estupor:
Resulta que a la misma hora, en Francia, un lugar que me suele llamar la atención, pues Euskal Herria está partida políticamente por las ideas de los hombres a ambos lados de mis adoradas montañas, y suelo interesarme por lo que ocurre por allí, había elecciones. No me desagrada del todo esa manera vuestra de elegir a vuestros representantes, me refiero a los humanos, y entiendo que de alguna manera habéis de concretar quién os dirige, y quién no. Pero no voy a entrar ahora en este asunto, sino en qué era lo que estaba pasando en Francia: la ultraderecha estaba posicionándose como una de las fuerzas vencedoras de las elecciones. A la espera de una segunda vuelta, estaba en segundo lugar. Es decir, casi había sido la fuerza política más votada.
Y vosotros… discutiendo sobre jurgol.
No hace tantos años, unos señores en España hicieron y deshicieron a su antojo, posicionados desde la derecha más rancia y putrefacta que cualquier humano pudisteis llegar a conocer. Lo sé bien, pues al igual que con Francia, y por los mismos motivos, todo lo que ocurre en España me atrae. Y esto me llamó poderosamente la atención, pues con mi tierra, y durante muchos años, se ensañaron.
Cuando esos señores tomaron el poder en España por la fuerza, lo hicieron ayudados por otros señores que, como ellos, estaban posicionados «a la derecha de la derecha» de los ideales políticos de los humanos. Es decir, les ayudaron los derechistas de otros países de Europa. Creo recordar que los de un tal Benito y un tal Adolfo. El uno italiano, y el otro alemán. No estoy del todo seguro, pues los humanos de cabeza hueca, rancios y retrógrados, no son precisamente santo de mi devoción. Sin embargo, sí que parecen serlo para muchos de vosotros, los humanos. Y no deja de resultar curioso, cómo os meten también en la cabeza aquello por lo que tenéis la «obligación» de protestar, en base a lo que se os dice desde cualquier medio de comunicación.
La excusa de luchar contra los independentistas, por poner un ejemplo muy sencillo, al igual que creer que no hay vida más allá del jurgol, es la estela de humo perfecta para tapar las vergüenzas de la mayoría de los gobernantes de ese país llamado España.
Y me giré de nuevo, y vi que los que estaban en la calle echando humo por la boca, volvían a entrar al bar. A ver la segunda parte del jurgol. Mientras, yo me entristecía al pensar, que qué pronto se os ha olvidado todo, que qué pronto perdéis en vuestra memoria que tras un par de países europeos que tuvieron en el pasado gobiernos de ese tipo, en España pasó lo mismo. Que parecéis condenados a seguir repitiendo las páginas más negras de vuestra historia, y preferís jurgol a preguntaros a ver qué coño está pasando en Europa. Y al igual que en tiempos de los Romanos, seguís comportándoos de la misma manera: mientras os den Pan y Circo… el resto os importa un pimiento.
Y todo esto… el día del libro.
A veces, dais asco.
No hay comentarios
You can post first response comment.