Un beso para todas.

Un beso para todas.

Estoy muy contento. Más de lo que creéis. Ha ocurrido algo tan maravilloso, que creo que no debe quedar en el olvido. Algo tan grande… que la propia Mari me ha pedido que os haga mención sobre ello. Vamos allá.

Estaba yo en la barra del bar pidiendo mi tercer txakolí, cuando entró una joven. Era muy guapa, muchísimo, y la calculé unos dieciséis años. Estaba un poco pálida y tenía un pañuelo muy bonito cubriéndola la cabeza. Varios jóvenes más, de la edad de ella y un poco mayores, estaban sentados en una mesa charlando. Me pareció bastante curioso, al observarlos, que casi ni enredaban con los móviles, y apenas esa chica entró, tres de ellos se levantaron de sus asientos y fueron a su encuentro. Hubo besos, abrazos, alguna lagrimilla… Luego se sentaron en la mesa junto a los demás, serían unos quince en total, y tras pedir algo para beber, charlaron de nuevo. Pero esa nueva charla tenía ahora como eje de atención a la muchacha que llegó la última. Todo el mundo la preguntaba cosas, todos la sonreían, y todos callaban cuando ella hablaba. Miró un momento a la puerta que daba a la calle y, asintiendo un poco, volvió a meterse en la conversación.

Fuera, junto a la puerta de la entrada del bar, estaban los que supuse sus padres. Contentos, se marcharon de allí dejándola con sus amigos. Intrigado por todo, agarré mi txakolí y me senté en una mesa cercana procurando no llamar demasiado la atención. No me resultó difícil.

Los jóvenes hablaban. Y al final me enteré de lo que pasaba:

La muchacha en cuestión estaba enferma. Tenía cáncer. Casi se me cae el txakolí al suelo.

Resulta, que sus amigos se habían reunido para estar con ella, una semana después de haber terminado sus sesiones de quimioterapia y radioterapia. Y que habían sido sus padres quienes la habían acercado hasta el bar. Pude escucharla decir que ahora ya estaba algo mejor, pero que lo había pasado muy mal. Horrible. Y que ahora, lo que más la preocupaba era, por supuesto, saber que por culpa de su enfermedad había hecho sufrir a tantos seres queridos, pero que una vez terminadas las sesiones de quimio y radio, lo que llevaba mal, muy mal, era su falta de pelo. Consideraba que era algo que la estigmatizaba por estar enferma, y no por el hecho de tener la cabeza como una bola de billar.

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Alguno de sus amigos, los sentados a su lado, la abrazaron y la besaron. Otros, las pasaron muy putas, pero muy putas, para no llorar delante de ella. Yo mismo tragué saliva.

Tiene que ser muy duro quedarse sin pelo, por culpa de una maldita enfermedad, cuando sois jóvenes. Me da a mí en la nariz, que si esto ocurre ya con una cierta edad, seguro que se puede sobrellevar algo mejor. Seguro. Una joven que con dieciséis años se quede calva por culpa de las sesiones que deberían de intentar curarla, tiene que pasarlo horrible. A esa edad las preocupaciones de una chica son intentar gustar a cuantos más chicos, mejor (lo mismo les pasa a los chicos). Y mientras hablaba la joven, yo no dejaba de mirar la frondosa melena que tenían varias de sus amigas. Me recordaron un poco a Basandere. Un rato más tarde, entre bromas y risas por algo que comentaron y que solo parecieron entender ellos, decidieron marcharse a otro bar.

Cuando me quedé solo, en la mesa de al lado, y con el txakolí todavía entero, me maravillé de observar cómo los humanos, cuando las cosas que importan de verdad os acucian, no tenéis sitio para nada más. Todos aquellos muchachos, mientras estuvieron sentados a la mesa hablando con su amiga enferma, apenas hicieron caso a los móviles. Todos aquellos jóvenes me demostraron que la palabra amistad todavía significa algo para vosotros. Brindé por ellos, y me bebí mi txakolí de un trago.

Hay gente, que cuando quiere protestar contra algo que no esté bien, se rapa el pelo. Suelen ser personajes públicos, que aprovechan esa exposición que tiene su persona de cara a los medios de comunicación humanos, y luego, ese acto, raparse el pelo, se muestra como signo repulsa hacia hechos deleznables. Un famoso se puede cortar el pelo al cero para protestar contra la existencia de niños soldado, prostitución infantil, o simplemente para llamar la atención sobre cualquier otro motivo, sea una matanza de focas en el Ártico, la preservación del lince ibérico, para concienciar a los demás contra el expolio sistemático del Amazonas… o para salvar las ballenas. Hay muchas cosas contra las que protestar, y raparse el pelo puede ser una manera de llamar la atención sobre lo que sea. Y acercándome yo a la barra a dejar el vaso… en la caja tonta estaban hablando de algo que me llenó de estupor: varias jóvenes de unos dieciséis o diecisiete años, no sé ni de dónde eran, habían decidido cortarse sus largas melenas y donarlas para poder hacer pelucas de pelo natural (que son carísimas) para las mujeres que se quedasen calvas por culpa de la quimioterapia.

Aquellas muchachas no lo hacían para protestar. Aquellas jóvenes no se cortaban el pelo para concienciar sobre si hay que donar diez euros al mes a una ONG. Aquellas chicas solo intentaban que otras mujeres, jóvenes como ellas o no, pudiesen eliminar las barreras que el dinero impone a todos los hombres y mujeres del mundo. Pero es que, además, lo hacían para ayudar a los enfermos, intentando aliviar la carga psicológica que conlleva el estar enfermo por culpa del cáncer, quedarse sin pelo por culpa de la quimio, y no poder costear una peluca de verdad por no tener ni dónde caerse muerto.

Si hubiese tenido yo en ese momento a esas jóvenes delante, las habría dado un abrazo a todas.

¿Es… o no es maravilloso… lo que casi unas simples niñas pueden hacer?

Posé el vaso en la barra, golpeándola con fuerza al hacerlo, y me marche muy contento de allí. Algunos me miraron por encima del hombro, para luego seguir con lo que estaban haciendo. Al llegar a mi morada me estaban esperando para cenar Mari y Basandere, y las puse al corriente. Y la propia Mari me pidió que os contara esto. Y que si por algún casual, el destino me pone delante de alguna de estas jóvenes, que no vacile en darlas un beso de su parte.

Algunas veces, solo algunas veces… sois maravillosos.

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