Dicen algunos puritanos de vuestra pútrida sociedad, que si te tocas… te quedas ciego. Ayer por la tarde, tras devolver un par de ovejas a sus dueños, me pasé por casa del Tarttalo. Estaba desplumando un pollo para merendar. Cuando entré en su cueva se me quedó mirando, con ese ojo que tiene que siempre […]