Inguma

Inguma

Inguma.

Sí, lo sé… todo aquel que haya leído el título de esta entrada de la bitakora, y sepa lo que es la Inguma… cuanto menos, le ha producido un escalofrío desde la base de la columna vertebral hasta la nuca. No es para menos.

Para todos aquellos que no lo sepáis, hoy, el Basajaun, os explicará qué es la Inguma. Para todos aquellos que sí lo sepáis, aportaré más datos de lo que realmente es. Algo realmente terrorífico. Más de lo que creéis.

Comencemos:

Hace unos añitos, muchos profanos pudieron saber de qué se trata, qué es la Inguma, gracias a una trilogía de libros que, desde aquí, os recomiendo leer. Sí, ya lo sé… ya está otra vez el pesado este de los cojones diciendo que hay que leer. Pues sí: es lo que diferencia a aquellos de vosotros que preferís cultivar vuestra mente, en lugar de cultivar miembros de una sociedad que cree que todo en esta vida está ligado al jurgol. O a cualquier otra cosa que utilicen las élites para teneros como ovejas. Leer evita todo eso. Allá vosotros.

La trilogía de la que os hablo, la archiconocida Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, mostró lo que es la Inguma a una cantidad de lectores que podrían contarse como legión.

Personalmente, o animalmente, y sin entrar a valorar lo bien parado que sale un servidor en esa trilogía (Dolores… muaks… un besote para ti), creo que también la Inguma salió muy bien parada.

Básicamente, y sin entrar en profundidad, la Inguma es un ser mitológico vasco, malvado, muy malvado, que absorbe la vida de los humanos mientras duermen. Un hecho este, acentuado en los bebés. Se coloca a la vera del cabecero de sus cunitas y, cuando más dormiditos están, salta sobre sus pechos y los oprime hasta que las pobres criaturitas mueren asfixiadas. Terrible. Realmente aterrador.

Ahora, desmembraremos esta afirmación, y os mostraré cuan escalofriante y horrendo es en realidad.

La vida humana es muy frágil. Mucho. Y más cuando sois bebés. No es, por ello, descabellado afirmar el hecho de que, más veces de las que los humanos creéis, pequeños recién nacidos hayan sido encontrados muertos en sus cunitas por la mañana. Para un padre o una madre, no existe consuelo para algo así. No existe. Sea en Euskal Herria, o en la Cochinchina.

El hecho de que esta fatalidad haya sido, en Euskal Herria, asumida como que la Inguma se ha adentrado en las casas de los hombres por la noche, no exime del hecho de que, en otros lugares, pequeños bebés hayan fallecido mientras dormían. La Inguma es, en Euskal Herria, la forma de darle un nombre a este horror.

En mi segundo libro, Mano grande, mano pequeña, intento explicar esto de forma racional. De manera entendible. El miedo a lo desconocido y a los seres oscuros no es patrimonio de los vascos a ambos lados de los Pirineos. No, no lo es. No importa cuantas Eguzkilores se pongan en la entrada de las casas: si el mal decide entrar… poco hay que hacer.

El mal viene solo, no hace falta ir a buscarlo.

La historia que se relata en Mano grande, mano pequeña, transcurre en un recóndito y perdido pueblo de la provincia de Palencia. En lo que podríamos denominar como… la España profunda. Y más oscura de lo que muchos creen.

Y gran parte de la trama del libro, tiene que ver con un ser despiadado y maléfico que atormentó a los vecinos de este pequeño pueblo en el pasado: La Cabra Fantasma de Carbonera.

No voy a entrar a valorar ahora si este ser existió, o no. Allá cada uno.

No es el único ser oscuro que aparece en la historia. De hecho, hay seres bastante más oscuros en la trama, y que caminan sobre dos patas. Pero también se hace mención a otro ser que, aunque no os lo creáis, actúa de forma similar, que no igual, a la Inguma… pero en países sudamericanos: la Chorca.

El por qué está ligado este ser a la historia de mi segundo libro, lo dejo para aquellos que hayan decidido leerlo. Más de uno que lo ha leído, me ha dado la razón… mientras asentían y trataban de disimular que se les estaban revolviendo las tripas por ello.

No voy a destripar ahora la historia, ni cual es el fin de estos seres, o si solo es un producto de la imaginación de gentes incultas (más bien faltos de cultura por la necesidad de aportar en casa trabajo, pues no había ni para comer… de modo que de poder estudiar… mejor ni hablamos).

Solo quiero que entendáis que, sea donde sea, el hecho de que un bebé pequeño haya amanecido muerto… es tan descarnado y tremendo, tan horrible y tan real, que los hombres, muy a su pesar, acabaron asumiéndolo.

Una vez asumido, le pusieron nombre. Y, tal y como se dice en la Trilogía del Baztán, según una creencia popular baztanesa recogida en Brujería y Brujas

Todo lo que tiene nombre existe.

En mi segundo libro ya dejo claro quién, o qué, es el culpable de muchas de estas muertes de bebés. Algo que, una vez asumido y comprendido, me hizo escribir alguno de los párrafos más duros de toda la historia. Párrafos que compartiré con vosotros:

… y alguno de aquellos pobres padres y hermanos trataron de buscar un culpable en la muerte de sus pequeñines… como, por ejemplo, en la Chorca, pues se les avinagraba el alma al pensar en que aquella desgracia se podría haber evitado con un bolsillo un poco más lleno…

   Maldita sean, una y mil veces, las penalidades que debe de soportar un hombre en este puto mundo, por ser pobre. Un mundo plagado de santos Jobs, donde Dios no aparece a última hora para evitar la desgracia. ¿Dónde coño se mete cuando pasan cosas así? Si está en todas partes y lo ve todo… ¿por qué cojones no hace nada en estos casos? ¿Acaso dentro de su omnipotencia y misericordia, con todo su poder, con esa ilimitada bondad que se supone que posee y que copa todo el universo…, acaso deja que pasen estas cosas, estas putas y malditas desgracias, para poner a prueba a los hombres? ¿O es desidia?

   No. No es nada de eso. Solo es falta de dinero. Eso es todo.

   Dan ganas de vomitar bilis, jiñar sangre y gritar hasta toser y esputar la garganta por la boca.

 

Un poco duro, sí… pero la vida es así de cruda y visceral. Y si no… preguntad a alguien a quien la Inguma, la Chorca, la fatalidad, una alineación no correcta de los astros o los cuatro jinetes del Apocalipsis…

… le haya arrebatado a su bebé.

Si tenéis cojones, claro.

Yo no.

Para acabar, algo para reflexionar:

¿Por qué se muestra el mal, muchas veces, asociado a la imagen de una mujer?

¿Por qué en las historias que se cuentan de la Inguma o de la Chorca, ambos dos, seres separados por un océano, los niños sistemáticamente atacados son niños no bautizados?

Ahí lo dejo.

 

Fotos obtenidas de slideplayer.es, flickr.com, grimoriodebestias.blogspot.com, mislecturas.es, picssr.com, pixabay.com, artstation.com, hablemosdemitologias.com y facebook.com.

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